Muertos, S.L. nace de la necesidad de escribir una comedia sobre el último tipo de convivencia que nos quedaba por tratar: la laboral. Y de volver a un plató con toda la experiencia acumulada en proyectores anteriores.
Queríamos retomar el formato tradicional de sitcom pero con la estética de una producción actual de máximo nivel.
El hecho de ambientarla en una funeraria surgió a raíz de que nuestro tema favorito a la hora de escribir es la decadencia humana. Y no hay nada más decadente que morirse. Espiritualmente, podríamos decir que la famosa crisis de la mediana edad también ha tenido algo que ver.
Nos divertía la idea de ver cómo una serie de personajes normalizan todo el proceso que rodea a la muerte, porque es su día a día y lo que les da de comer. Y como en un ambiente tan propenso al drama acaban surgiendo irremediablemente situaciones cómicas.
Exactamente igual que en el mundo real.
La experiencia en dirección de esta serie ha sido muy gratificante. El formato es divertido tanto por el fondo como por la forma.
Creemos que el gran éxito ha sido incorporar el zoom como un elemento imprescindible en la narrativa ya que le da al espectador un punto de vista extra en el que poner su atención. Gracias a estos zooms enfatizamos muchas de las reacciones de los personajes que para nosotros son tan importantes. “Forzamos” de alguna manera, a que la atención recaiga sobre lo que nosotros entendemos que, en ese momento, en esa situación, provoca más comicidad. Además, creemos que integra al espectador más en la historia, se siente más partícipe de las secuencias. Así, muchos de los planos generales están colocados casi como si fuera una cámara espía, muchas veces incluso fuera de la estancia donde los personajes están manteniendo su diálogo. Para lograr esa sensación también hemos optado por utilizar la cámara al hombro y la steady cam, y movernos por los sets como si fuéramos parte del equipo de la funeraria. Lo que hemos descubierto con este tipo de realización es que la interpretación, al tratarse de comedia, debía ser bastante natural, nada histriónica, ya que los acercamientos con el zoom a los personajes aportan ya un punto cómico importante y si añadíamos una interpretación más exagerada, el resultado perdía verdad.
Por eso, y con ayuda de un decorado realista y de una dirección de fotografía elegante, hemos pretendido que el formato casi rozara más el docu reality que una ficción de comedia.
En exteriores, hemos mantenido el mismo planteamiento ya que las localizaciones no dejaban de ser una extensión de la funeraria.
No hemos querido incidir en la parte más macabra de una funeraria ni hacer hincapié en planos muy explícitos ni de los difuntos, ni de las labores de tanatopraxia, ya que para nosotros no eran relevantes en la historia.